CONTRA ANARQUÍA,
AUTORIDAD
En la empresa hay que tener muy claro el concepto de autoridad.
En la organización empresarial no puede hablarse, como en el gobierno de las naciones, de democracia, entendida como el mandato del pueblo.
Porque la gobernabilidad empresarial se expresa en términos diferentes, aún en aquellos organismos de propiedad colectiva o solidaria.
Aquí la autoridad y su ejercicio está concebido en estructura piramidal, en donde los cargos y funciones son ejercidos por personas designadas por los propietarios de la empresa o sus representantes, y las decisiones finales siempre están en manos de quienes ejercen el mando.
Esto no puede perderse de vista en nuestras organizaciones, ni tampoco el necesario control, previo o posterior, como ayuda para alcanzar los objetivos organizacionales esperados. Ni puede dejarse, en los momentos en que sea necesario, de impartir las órdenes directas y contundentes para dar los virajes necesarios a la empresa cuando ello sea requerido.
Las experiencias demuestran que los ejercicios democráticos al interior de la empresa no han dado los resultados de eficiencia, economía y eficacia esperados.
Pero sí creemos y hemos observado, en armonía con lo hasta aquí expuesto, que un sistema direccional participativo y consultivo, en donde se den las posibilidades de que todo el conglomerado empresarial tenga parte en las investigaciones, en la información de doble vía, en el estudio de las alternativas de decisión y de formas de acción, y en la ejecución misma, pero respetando la decisiones de la persona o grupo de personas a quienes se ha investido de autoridad, sí da estos resultados deseados.
Nuestra propuesta, entonces, contra la anarquía no es el autoritarismo sino un estilo de dirección ejercido inteligentemente por la autoridad empresarial, que sabe en qué momento y en qué circunstancias, esta autoridad ejerce alta presión, media presión o baja o ninguna presión, para lograr la eficaz respuesta de los grupos de trabajo. |