En estos tiempos donde todos los ismos de alguna manera se tocan o se pretende relacionarlos, es preciso volver a ellos para advertirle a la humanidad lo que se cuece a sus espaldas o por su ignorancia o por su incapacidad de comprender lo que las personas y organizaciones están realizando para llevar el mundo a sus propósitos o, definitivamente, porque no se quieren ver los peligros y amenazas que la falta de moral y ética estarán produciendo en el género humano, hoy valorado por debajo de los avances tecnológicos, los cambios culturales y los ismos.
Afirmamos que todos los ismos están teniendo un punto común de convergencia: la sigla LGTBIQ+ designa al colectivo en referencia a lo sexual.
El ambientalismo y el ecologismo radicales son un activismo que se opone al actual estilo de vida predominante y que se agazapa tras el cambio climático con la idea de que el hombre es su principal responsable y que por lo tanto hay que disminuir la población, dando pie al eugenismo como intervención manipulada del ser humano y a la misma eutanasia por motivos sociales o raciales.
El animalismo, un movimiento hermoso fundamentado en la ternura y que debería enfocarse en el respeto por la vida animal está volcándose a humanizarlo. Priscila Guinovart en Panampost, en el siguiente comentario muestra, con cierta ironía, hasta donde viene llegando esta corriente: "…si su hijo tiene piojos, no es propio de animalistas usar un piojicida. Lo que éste deberá hacer es enseñarle a su hijo a vivir en perfecta armonía con los piojos, hasta que estos últimos decidan irse a otra cabeza; o, para el infortunio del niño, por el resto de su vida. Lo mismo sucedería ante una invasión de cucarachas o avispas en su domicilio: si usted se deshace de estos huéspedes sin invitación, es usted un asesino."
Ese animalismo extremo, ideología que sostiene que los animales tienen los mismos derechos que un ser humano, ha encontrado un ambiente favorable en estos tiempos de turbulencia en padres que no quieren tener hijos, por razones diversas, y vierten todo su amor paternal en el animal de todos sus afectos, inclusive llamándolo "mi hijo", con lo que dan el reconocimiento de humano a ese ser sintiente que aman. En el LGTBIQ+ también el animalismo encuentra un campo abonado para darle ese nivel humano al animal de su preferencia muchas veces como confluyente lazo de amor o de zoofilia. El ambientalismo y el ecologismo radicales convergen en que en el veganismo y el animalismo está la forma de enfrentar el cambio climático.
Desde nuestra visión antropocéntrica, nosotros apoyamos el movimiento animalista, no extremo, en cuanto a que reconocemos que todos los seres vivos de la creación merecen respeto por sus vidas y por sus sentimientos; que el cuidado de toda la fauna es necesario; que, exclusivamente, ante la demanda alimentaria humana pueden producirse especies destinadas a este fin pero sin sufrimiento; que rechazamos cualquier justificación cultural o artística para el maltrato animal, y que el espécimen humano es diferente al espécimen animal en virtud de su racionalidad. Amemos y protejamos a los animales, pero nunca los humanicemos.
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